MASACRE DE CABALLOS EN RUMANIA
Los años no perdonan, dice la conocida frase, pero
aplicarla a la mayor parte de los caballos de tiro rumanos hace que cobre un
significado realmente trágico. Tras años de duro trabajo, no tienen derecho a
un tranquilo retiro, y ni siquiera a la vida. El único agradecimiento que
reciben por los servicios prestados es un pasaje a tierras británicas o a otros
países europeos, haciendo escala en el matadero.

El sacrificio comercial es el destino que espera a los
equinos cuando sus fuerzas flaquean o cumplen algunos años (siete años es una
edad habitual, frente a una esperanza de vida de más de 30 años) para poder
seguir rindiendo como se espera de ellos, es decir, siempre mucho más allá del
agotamiento.
Estos pobres caballos tienen una existencia terrible,
pues en principio ayudan a producir vegetales y grano con los que alimentar los
estómagos rumanos y de animales de granja del país para luego, tras una
extenuación que los deja exánimes, acabar en forma de filete en las carnicerías
de medio mundo. De nuevo alimentan estómagos, alimentan un ciclo de explotación
animal que no debería dejarnos indiferentes.
CABALLOS DE CARRERAS PARA ALIMENTAR MASCOTAS
De forma similar, en el 2009 organizaciones animalistas
desvelaron el destino de cientos de caballos de carreras estadounidenses, que
cada año acababan vendiéndose al Japón para fabricar alimentos para perros
(recordemos que éstos también se han usado en harinas para animales) nipones.

Miles de pura sangre, tanto los más laureados como los
abonados al fracaso acaban enfrentados al cuchillo del carnicero, lo que es un
decir, porque en realidad los mataderosnipones (en este caso llegaban vivos al
lugar de destino) practican crudelísimos métodos de matanza, tal y como
demostró un escalofriante vídeo grabado por PETA.
Por si esto fuera poco, el mismo Japón condena al
matadero al 90 por ciento de todos sus caballos, un país donde más de 20.000
encuentran su fin cada año. Pero estas cosas intentanesconderse por todos los
medios, no conviene al prestigio de las carreras de caballos que se aireen,
todo sea que el tufillo a muerte acabe por estropear el espectáculo. Y ya se
sabe, por encima de todo, el espectáculo debe continuar…